SIEMPRE EN VANGUARDIA Era el adalid de la anhelada modernidad. El prototipo del Talgo I suponía la entrada de España en el futuro. En 1944 se presentó el primer modelo que cambiaría la forma de viajar de todos. Sus primeras pruebas en Madrid pusieron al convoy a 120 km/h, que llegó a superar en un viaje desde la estación de La Cañada hasta Ávila, con 135 km/h. La apuesta por la velocidad era concluyente, ya no había vuelta atrás. Su imagen sonriente, casi animada, acompañaba a muchos de los innovadores conceptos que aportada este tipo de tren: dinamismo, comodidad y cercanía. Los Talgo dejaban atrás los coches de 26 metros de longitud por una armadura articulada de vagones más bajos y de aluminio. Fueron diseñados por la empresa española Patentes Talgo, cuyas siglas eran Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol, por el diseñador Alejandro Goicoechea. A los pocos años llegó el Talgo II, en 1950, cuando ya arrancaron los primeros viajes comerciales. Entonces, ya se podía decir que había llegado el ansiado progreso.