En mayo de 1935, el Ateneo de Santa Cruz de Tenerife acogió uno de los acontecimientos artísticos más importantes de la prime-ra mitad del siglo en Europa. Un grupo de intelectuales interna-cionales vinculados a la corriente surrealista –el poeta francés André Breton, su mujer la pintora Jacqueline Lamba y el escritor Benjamin Péret, entre otros–, viajó hasta la isla para inaugurar la II Exposición Internacional de Surrealismo, una muestra for-mada por 76 piezas de nombres como Picasso, Miró, Dalí, Max Ernst, Giacometti, Hans Arp, Man Ray, René Magritte o Marcel Duchamp. Uno de los impulsores de que tal comitiva cruzara el Atlántico fue el pintor canario Óscar Domínguez (1906-1957), que vivía en ese momento en París y a quien el propio Breton lla-maba “le dragonnier des Canarias”. tenerife Óscar Domínguez, en su estudio con varios de sus objetos surrealistas, en 1951. // Óscar Domínguez, in his studio with several of his surrealist objects, in 1951. © Michel Sima, Rue des Archives El pueblo de Tacoronte, donde creció el artista. // The village of Tacoronte, where the artist grew up. © Alamy/Cordon Press