MADRID MÉDICO traerá semblanzas de otros grandes pensadores médicos poco conocidos que aportaron sabia nueva y grandeza, y también de iconos de la medicina que deben ser algo más que estatuas de mármol en el imagi-nario colectivo, porque son testimonio ejemplar de perso-nas que aportaron lo mejor de sí mismas a esta profesión, frente a las frivolidades de cada tiempo histórico. Edmund Pellegrino evidencia los mayores logros humanos para un profesional de la medicina: las más altas responsa-bilidades en prestigiosos centros clínicos y universidades de su país y una extensa, valiente y coherente obra escrita. Fue un hombre de su tiempo que fue testigo de un modo diferente de concebir la práctica de la medicina. Y por ello un rebelde, uno de los fundadores de la bioética y, con el paso de los años, el gran renovador de la ética médica ge-nuina, que obtuvo cantidad de premios, nombramientos, doctorados, y medallas dentro y fuera de su país, pero que hoy está en el olvido. Actividad polifacética La obra escrita de Pellegrino –casi seiscientos artículos y veintitrés libros– sintetiza la entrega y el esfuerzo mental de un hombre volcado durante cincuenta años en una polifa-cética actividad, como clínico, profesor, gerente o rector de grandes universidades. En esta semblanza tratamos la pers-pectiva “secular” de su obra escrita, pero no abordaremos la “religiosa”, a pesar de ser testimonial y muy vigorosa. Desde su infancia Pellegrino tuvo una fuerte llamada in-terior al juicio moral. Ese hilo conductor, axiológico, de su pensamiento, se mantuvo durante toda la vida. Escribió desde el conocimiento profundo del mundo médico y des-de el reconocimiento histórico de las virtudes y los vicios de la medicina, sobre los que alertó: no todas sus quejas respecto al trabajo profesional eran achacables a un cul-pable exterior, también los médicos, con su inacción o sus errores, habían contribuido a las irregularidades y había que reconocerlo y corregirlo. En otro lugar[2] me he per-mitido dividir la perspectiva secular del maestro en cuatro etapas: una primera “científica”, que alcanza el centenar de artículos; una segunda, de la “educación médica”, cuando se convertiría en uno de los pioneros de la reforma de la medicina, origen del modelo MIR que disfrutamos; la eta-pa “humanista” después, que finaliza con su libro Human-ism and The Physician (1979); y por fin, la cuarta etapa, el abordaje −con David Thomasma− de la reconstrucción de la ética médica. Para entonces, Pellegrino había cumplido 70 años y tenía un gran prestigio nacional e internacional. Dejamos estos aspectos, el humanista y el bioético, de este verdadero referente de la medicina de entre dos milenios para el próximo número. • (FIN DE LA PRIMERA PARTE) [2] > Véase “Introducción a Edmund Pellegrino” en “Las Virtu-des en la Práctica Médica” por Edmund D. Pellegrino y David C. Thomasma, Editorial Francisco de Vitoria, UFV Madrid, 2019. Una mas extensa semblanza del maestro puede encontrarse en “Semblanza de un maestro” por Manuel de Santiago, en “Cuader-nos de Bioética” nº 83, vol. XXV, 1ª, 2014, asequible en internet. La Medicina era para él “la más humana de las ciencias y la más científica de las profesiones” LA CONSULTA > Edmund D. Pellegrino