un tren atraviesa montañas, salva rías y retrata A un país empeñado en salir adelante. por JP Zurdo En los tiempos de la foto, años cuarenta, el valor no solo se le pre-suponía a los militares, también a esos ingenieros funambulistas que daban más mérito al traje que al arnés. Se entiende, posaban para la posteridad. Tal vez esa imagen se acabaría publicando en una revista del tercer milenio. Construyen el puente ferroviario que salva la Ría del Barque-ro (Galicia), así llamada porque en barca se transportaron desde siempre mercancías, matute, pescado, marisco y gente. Pero tam-bién es la imagen de una época y un país, de la industrialización abriéndose paso entre siglos y montañas, de cómo la visión de un tren para enlazar la base naval del Ferrol con la Gijón minera nace en 1864, pero hasta 1972 no puede inaugurarse la línea completa con sus 321 kilómetros y 100 túneles. Retrata además la historia de la iniciativa privada. Los concursos quedan desiertos por el nivel de riesgo, de inversión, y tiene que hacerse cargo el Estado, lo que desbloquea pero también buro-cratiza y ralentiza. Solo dos compañías, una de ellas Entrecanales y Távora, se atreven a financiar y construir tramos complejos y de explotación incierta como éste. Y retrata la épica red española de vía estrecha, la mayor de Europa, desesperada por rentabilizar las infraestructuras capaces de atravesar sierras y sobrevolar estuarios. Por eso el puente del Barquero es el más largo y el único metálico de toda la línea, conec-ta con sus 241 metros la orilla del pasado con la del porvenir.