Este avance representó un cambio en el paradigma quirúrgico de la época. Tanto que, en la décadas de los sesenta y setenta, le invitaron a mostrar su técnica operando en hospitales de Londres, Nueva York, San Francisco, Chicago, Johannesburgo, Tokio y Moscú. El urólogo inglés John Blandy (1927-2011) comentaba que nunca había visto operar una litiasis coraliforme compleja con la pericia técnica de Gil-Vernet. Otros colegas recuerdan su habilidad y delicadeza en las maniobras. Verlo operar era toda una lección de anatomía quirúrgica. Los Cursos Internacionales de Urología que organizó entre 1962 y 1983 con el urólogo belga Willy Gregoir reunieron en Barcelona a especialistas de todo el mundo, sobre todo esta-dounidenses. Querían ver sus operaciones y aprender sobre los últimos avances en la cirugía urológica. Instrumentos quirúrgicos que llevan su nombre Gil-Vernet también innovó en el campo de la reconstrucción uretral. Desarrolló técnicas avanzadas para el tratamiento de la estenosis de uretra y del hipospadias. Asimismo, elaboró un nuevo procedimiento para tratar el re-flujo vesicoureteral. Su incansable creatividad le llevó a diseñar nuevos abor-dajes quirúrgicos como la lumbotomía vertical posterior o el acceso por vía retroperitoneal a los vasos esplénicos. También un buen número de instrumentos quirúrgicos e intervenciones llevan su nombre: los retractores sinusales, los separadores, la nefrostomía mínima y las placas radio-gráficas tridimensionales. En la España del Covid se hicieron 2.700 trasplantes renales. Un año antes se batió un récord histórico: 3.423. El riñón es el órgano que más se trasplanta en un país donde hace medio siglo, la legislación y algunos médicos obstaculizaban la intro-ducción de esta técnica[1]. José María Gil-Vernet Vila, mi padre, fue un pionero de los trasplantes. El urólogo catalán (Barcelona, 1922-2020) batalló, con empe-ño y creatividad, por el avance de la única salida para los enfer-mos con insuficiencia renal terminal. En 1964, realizó el primer trasplante renal experimental en un perro. Fue en el Zoo de Barcelona y en colaboración con el veterinario Miguel Luera. Era solo la pista de salida. Un año después, el 23 de julio de 1965, llevó a cabo el primer trasplante renal exitoso de España con el nefrólogo Antoni Ca-ralps y el inmunólogo Jordi Vives[2]. A pesar del buen resultado, la ley de la época y las posturas ultraconservadoras de algunos de sus colegas dificultaron el desarrollo de las unidades de trasplante de riñón. José María Gil-Vernet redobló esfuerzos. En 1969 logró el que hoy es el injerto con mayor supervivencia en el mundo: el isotrasplante (entre gemelos idénticos o uni-vitelinos) de Liberto Radua, quien mantuvo una función renal óptima durante 47 años. Pionero en trasplantes: riñón, testículo y páncreas Sus pasos siguieron por esa senda de perfeccionamiento e innovación. En 1978 desarrolló la técnica del trasplante renal ortópico, una cirugía compleja poco frecuente en la que se ex-trae un riñón del paciente y se implanta el órgano del donante en el mismo lugar. Ese año consigue el primer trasplante de testículo del mundo y en 1983 logra el primer trasplante reno-pancreático en Espa-ña, en colaboración con el cirujano Laureano Fernández-Cruz. Proyección internacional: Nueva York, Tokio, Moscú En los años sesenta describió una nueva técnica para tratar la litiasis coraliforme, una de las formas más graves de los cálcu-los renales. Su pielolitotomía intrasinusal permitió, por prime-ra vez, un abordaje mucho menos invasivo que el de la nefroli-totomía bivalva, empleada hasta entonces y que conllevaba un daño grave en el parénquima del riñón. Un urólogo creativo, pionero y universal José María Gil-Vernet, impulsor del trasplante renal en España En 1969 logró elinjerto renal con mayor supervivencia en la historia: el de Liberto Radua, con una función óptima durante 47 años Madrid Médico • Nº147. Abril 2021 12