El resurgir de la ética médica La pandemia ha sacado a la luz, entre otras cosas, la resistencia de los políticos al asesoramiento experto, las limitaciones del sistema sanitario y la situación de los geriátricos. En el año 79 d.C. Pompeya quedó arrasada por la erupción del Vesubio. El drama es recogido en el grandioso lienzo “El último día de Pompeya”, de Karl Briulov (Fig. 1). El cuadro no muestra las hazañas de un único héroe -como era habitual en la pintura histórica clásica-, sino el desastre natural que acaba con todo. Plinio el joven, testigo presencial, en su carta al historiador Tácito, mientras observa la ciudad desde la lejanía, describe: “…el mar se retira, el desmoronamiento de los edificios, y la os-curidad que avanza como si persiguiera a la multitud que huye; y por la tarde, cuando la luz reapareció en Miseno, la ciudad es-taba cubierta de un manto de ceniza blanca, aunque sin haberla enterrado por completo…”. Tras la devastación no todo queda enterrado, una luz nos per-mite ver lo que resta en pie y vislumbrar lo que será la recons-trucción. La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia carencias que ya intuíamos y ha sacado a relucir sentimientos muy arrai-gados. Ha desenterrado cuestiones éticas que no habían sido resueltas, y nos permite reconocer la razón de ser de la medi-cina (Fig. 2). Además, y sobre todo, la pandemia nos arroja una particular luz sobre quiénes somos y quiénes queremos ser, y nos muestra la tarea por realizar. Unos cimientos muy frágiles, las carencias que ya intuíamos La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia muchas limi-taciones, pero quiero destacar tres de ellas. En primer lugar, ha dejado al descubierto la tremenda falta de liderazgo político. Diversos autores han denunciado la imper-meabilidad de los gobernantes españoles a un asesoramiento despolitizado y llevado a cabo por profesionales expertos. En agosto 2020, The Lancet publicaba -diría yo que de forma aira-da- un escrito firmado por un grupo numeroso de investigado-res españoles[1]. En septiembre, aparecía en The Lancet Public Health otro artículo ante la sospechosa falta de respuesta casi seis meses después del comienzo de la pandemia[2]. La crisis del coronavirus también ha puesto en evidencia la capacidad de las estructuras sanitarias y de la medicina mis-ma. Los sistemas de coordinación se han visto ampliamente desbordados y han generado profundos problemas de equi-dad entre regiones y entre pacientes. Son buenos ejemplos la creación de neo-UCIs, con sus obvias limitaciones, el arriesga- Fig. 1: El último día de Pompeya (Karl Briulov, 1830-1833). Óleo sobre tela de 456 x 651 cm. Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. LA CONSULTA > Dr. Rafael del Río 5