Habitar el territorio. Habitar un te-rritorio presenta diversas posibilida-des, en lo que se refiere a la relación hombre-naturaleza y hábitat-paisaje. Este hecho ofrece una gran variedad tipológica en la medida en que las sociedades a las que cobijan evo-lucionan en complejidad. Desde la visión más primitiva de la simple colonización de un espacio natural, hasta la transformación intencionada para adaptarlo a las necesidades del momento, existen múltiples reali-dades. Donde la geología del lugar lo ha hecho posible, el hombre ha aprovechado estos vacíos natura-les y los ha ido modelando para dar respuesta a sus funciones como dar confort a la vivienda, espacios reli-giosos o aspectos relacionados con la producción agrícola y ganadera. Como siempre sucede con la arqui-tectura tradicional, esta adaptación se ha realizado utilizando materiales locales y técnicas transmitidas de generación en generación. Es aquí donde podemos captar el buen conocimiento de factores como la luz, el confort bioclimático, la orientación o la domesti-cación del entorno, en un tipo de hábitat que aprovecha al máximo las cualidades y constantes higrotérmicas que ofrece el suelo, así como las facilidades para la protección y defensa gracias a su ubicación. Todas estas cualidades, además, ofrecen un lugar idóneo para guardar la cosecha, como podemos observar en la cordillera del Atlas o en las bodegas excavadas en el terreno que hay en buena parte de Castilla, La Rioja, Aragón, etc. Ejemplos en el mundo. La arquitectura troglodítica es un tipo de hábitat que está presente en todo el mundo. Su valor patrimonial ha sido ampliamente reconocido Cueva de Espluga de Cuberes