ponentes principales es la trehalosa, que se encuen-tra incluso en una propor-ción mayor que el azúcar común. En la etiqueta se in-cluye una nota en la que se aclara que este compuesto es “una fuente de glucosa”, probablemente con el fin de evitar que su nombre asuste al consumidor. Se trata de un disacárido, es decir, un azúcar que se obtiene a partir del almidón. Otros azúcares que encontramos en esta muestra son los si-guientes: jarabe de glucosa, jarabe de glucosa y fructosa, dextro-sa o lactosa. Todos ellos son capaces de retener agua, mejoran-do la textura, que resulta más esponjosa y jugosa, y retrasando su endurecimiento. Los azúcares también dan consistencia al relleno, como ocurre con la especie de confitura de frutas que encontramos en Bony o Tigretón, y aportan firmeza en la cober-tura, como sucede en Phoskitos o Pantera Rosa. También influ-yen sobre el aspecto. En Bollycao, por ejemplo, contribuyen a la formación de compuestos que aportan los característicos tonos tostados del exterior. Publicidad que poneen riesgo la salud infantil El aporte calórico esalto por la cantidadde grasas y azúcares.El más calóricoaporta 457 kcal por100 g, más que unplato de espaguetisa la boloñesa. Muchos de estos productos incluyen en sus envases diferentes reclamos para atraer la atención del público infantil. En algunos se trata de personajes infantiles creados expresamente para la marca, como ocurre en Tigretón, Bony, Weikis o Lulu Fontaneda, mientras que en otros utilizan personajes infantiles populares de películas o series de televisión, como Pantera Rosa, Phoskitos o TostaRica. Otro tipo de reclamo es la inclusión de regalos directos o la promoción a través de concursos, sorteos o similares. El problema de estas estrategias es que normalmente se dirigen a menores que carecen de criterio para interpretar si los productos son saludables y para decidir si son convenientes o no, para que luego sean ellos los que hagan el trabajo difícil, que es el de convencer a los adultos para que compren el producto. Estas estrategias favorecen el consumo frecuente de estos productos y, por consiguiente, aumentan el riesgo en la población infantil de sufrir obesidad y enfermedades metabólicas, como diabetes tipo 2. En España, el código PAOS, una guía con la que la propia industria regula la publicidad de los alimentos, no reconoce expresamente el envase como un soporte publicitario, por lo que no restringe la inclusión de este tipo de regalos y promociones.