Los colores del agua rir agua de la cuenca de un río a otro a través de obras hidráulicas. Según un estu-dio de Carles Ibáñez, actual director científico del Cen-tro en Resiliencia Climática (CRC) –una iniciativa impul-sada por el Centro Tecnoló-gico de Cataluña para luchar contra la emergencia climá-tica–, los trasvases pueden aliviar la escasez de agua de forma temporal y solo en ciertas áreas, pero tiene graves impac-tos ambientales. Un trasvase impide el paso de fauna a través de la infraestructura y reduce la diversidad de los ecosistemas acuáticos. Si hay especies invasoras en una cuenca, el trasvase facilitará su expansión. Además, el río que recibe el agua au-menta de volumen para el que no está preparado, por lo que se incrementa la erosión. La cuenca donante, por su parte, pierde caudal y llega menos agua a la desembocadura. Esto hace que el agua del mar invada esos terrenos, lo que implica la salinización del suelo con el consiguiente daño ecológico. El algodón, la fibra natural más utilizada, presenta una huella hídrica muy elevada. La ropa de diario de una persona puede tener una huella hídrica de más de 15.000 litros. Sigue leyendo Los colores del agua Para medir la huella hídrica de un producto o actividad, se clasifica el agua que se consume en distintos colores. Agua azul. Es el agua de ríos y arroyos, lagos, lagunas, embalses y acuíferos, que corre en dirección al mar. Esta agua puede reutilizarse. Se considera que existe huella hídrica azul cuando se obtiene de cualquier fuente considerada azul y es evaporada o incorporada en algún producto que la retenga. Por ejemplo, el agua de riego en productos agrícolas o la que beben los animales en productos ganaderos. Agua verde. Es el agua de las precipitaciones (lluvia o nieve) retenida en el suelo, absorbida por las raíces y conservada en los tejidos de las plantas. A diferencia del agua azul, que es fácil de aprovechar, la verde solo puede utilizarse en la producción agrícola. Por ejemplo, el agua contenida en las plantas con las que se fabrican productos textiles, o aquella con la que se alimenta al ganado, es huella verde. Agua gris. Es toda agua necesaria para diluir un contaminante hasta que sea seguro. Comprende toda forma de contaminación independientemente de su origen. La huella hídrica gris no se contabiliza según la normativa ISO, aunque muchos investigadores consideran que debería incluirse. Los vertidos procedentes de la industria se corresponden típicamente con la huella gris. Además, hay dos colores inservibles que no se consideran en la huella hídrica. En un extremo, el agua blanca, que es la que se evapora inmediatamente después de llover, y nunca llega a aprovecharse para ningún otro proceso. En el extremo opuesto, el agua negra, la que está contaminada por encima de su capacidad. Algunos vertidos tóxicos, como el sucedido en Aznalcóllar (Sevilla) en 1998, o aguas residuales sin tratar como sucedió con el colector de Ontinyent (Valencia) en 2019, serían aguas negras. Fuente: Programa Mundial de la Unesco de Evaluación de los Recursos Hídricos. Hughes, 2009.